El Instituto de Ciencias del Empleo y las Relaciones Laborales (ICER), entidad internacional independiente, de carácter científico y técnico, que tiene por objeto el análisis e investigación del mercado laboral, analiza en su informe ‘Europa: Previsiones ante un escenario de conflicto’ la creciente reconsideración del servicio militar obligatorio en varios países europeos, como respuesta a la inestabilidad geopolítica provocada por el conflicto en Ucrania. Un movimiento que ya ha comenzado a tomar forma o debatirse en algunos estados miembros y que podría tener importantes repercusiones para la estructura del mercado laboral y la movilidad de los trabajadores en la Unión Europea, según indica este documento.
Según el informe ‘Europa: Previsiones ante un escenario de conflicto’ de ICER, países como Suecia, Letonia o Lituania ya han reintroducido o están en proceso de reintroducir el servicio militar obligatorio como parte de sus esfuerzos para reforzar la defensa nacional ante las tensiones crecientes en el continente.
Lituania introdujo el servicio militar obligatorio en 2015, después de haberlo suspendido en 2008, en respuesta directa a la crisis en Ucrania y las tensiones con Rusia. En Suecia, el servicio militar fue restablecido en 2017 después de haber sido abolido en 2010, como respuesta directa a las amenazas percibidas en el Mar Báltico. Letonia, por su parte, anunció recientemente la vuelta del servicio militar obligatorio con el objetivo de fortalecer sus capacidades defensivas ante la situación en Ucrania.
Otros países europeos, como Finlandia, nunca llegaron a eliminar el servicio militar obligatorio, y lo consideran una herramienta clave para mantener la seguridad nacional. En el caso de Finlandia, el servicio militar es obligatorio para los hombres y voluntario para las mujeres, con una alta tasa de participación y aceptación social. O el de Noruega, que desde 2015, se convirtió en uno de los pocos países que obliga a las mujeres a realizarlo.
En muchos países, la reinstauración del servicio militar está siendo discutida como una medida excepcional en tiempos de crisis, generando debate sobre su impacto en las economías nacionales. Países como Alemania han debatido la posibilidad de reinstaurar el servicio militar, abolido en 2011, ante las crecientes tensiones con Rusia que han incrementado las preocupaciones de seguridad, sin que hasta ahora se haya tomado una decisión definitiva. Mientras los defensores argumentan que fortalecería la defensa y cohesión social, los detractores señalan los costes y la eficiencia de un ejército voluntario. También en Italia el debate está abierto, aunque de momento sigue siendo voluntario desde su suspensión en 2005.
El informe de ICER analiza los efectos que la reinstauración del servicio militar obligatorio podría tener en el mercado laboral, especialmente en países que dependen en gran medida de la mano de obra joven. En conjunto, el servicio militar obligatorio generaría un reequilibrio en el mercado laboral, con una reducción temporal de la oferta y potenciales desafíos en la reintegración laboral, pero también oportunidades en industrias específicas y para la preparación de la población frente a futuras crisis.
A medida que los jóvenes sean reclutados para el servicio militar, se produciría una reducción temporal de la fuerza laboral que podría ocasionar escasez temporal de mano de obra en ciertos sectores. Una situación que afectaría tanto a la productividad como al desarrollo profesional de los jóvenes, quienes podrían verse obligados a interrumpir su formación y provocar una brecha en su experiencia laboral.
Además, el servicio militar obligatorio podría limitar la movilidad transnacional de los trabajadores jóvenes dentro de la Unión Europea, lo que podría generar una escasez de talento cualificado. El informe también apunta al impacto en la economía general de una potencial implementación del servicio militar, ya que conllevaría un incremento considerable del gasto público y podría llevar a aumentos fiscales para mantener los programas de defensa.
Por otro lado, el análisis señala que el entrenamiento militar podrí fomentar la resiliencia de la fuerza laboral a largo plazo y dotar a las personas con habilidades que podrían ser útiles en situaciones de crisis, así como crearse nuevas oportunidades laborales a través de la creación de empleos dentro del sector militar y en industrias relacionadas, lo que podría equilibrar parcialmente el impacto negativo en otros sectores.
En un escenario de conflicto, la salud mental y el bienestar emocional de las personas pueden verse afectados, lo que aumenta la necesidad de profesionales de la salud mental, como psicólogos, psiquiatras y coaches. Además, en la era digital actual, la guerra asimétrica a través de tácticas de guerra psicológica y ciberterrorismo es una realidad y los ataques a infraestructuras clave, como las empresas de energía, pueden tener efectos devastadores. La concienciación y preparación para estos riesgos es fundamental, tanto para la población general como para las empresas, convirtiéndose la gestión de crisis en una habilidad esencial.
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